A veces hay que irse dando un portazo,
y no mirar atrás mientras la casa se derrumba.
A veces duele demasiado la huida,
pero duele más renunciar a respirar
por quien ni siquiera se da cuenta de tu asfixia.
Lo que tiembla y se desmorona soy yo. Lo que se abruma y oscurece soy yo. La ciudad destruida la gente extraviada soy yo.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario