Como algo inevitable que se va posponiendo
y acaba de llegar,
me agarro de tu nuca
para no despeñarme
en el abismo
de mi propio deseo,
pero tu cuerpo es también un precipicio,
y tu boca un abismo de beso último y triste.
Para escribir una poesía que no sea política debo escuchar a los pájaros. Pero para escuchar a los pájaros hace falta que cese el bombardeo...
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