No te llamo, no te pido.
Me doy, te soy.
Tú no me tomas, no me necesitas,
no hay ganas de mí en tu mirada.
Te veo, te creo, te recreo, mi solo amor,
mi idiotez, mi desamparo. Qué me hiciste
para que yo me enrostre este amor estúpido.
Los poemas tristes son un secreto homenaje a la alegría. De ser posible, yo pediría ser barco, uno que va hacia su naufragio y sabe que hay ...